Airosos

A veces hacerse el tonto puede sacarnos airosos de ciertas situaciones apremiantes

Vivan las rosas

Se afeitaba y mientras tanto el espejo le devolvía la imagen que no esperaba. Era ella, la inalcanzable, la lejana e imposible. Rezaba a dioses en quienes no creía para que la susodicha terminara en sus brazos, pero tenía que conformarse con que terminara en sus pensamientos.

Lavó su rostro y al mismo tiempo por su mente se cruzaban las palabras que iban a terminar en un relato súper cursi como éste. El relato que también denotaba resignación, esa que viene con un hondo inspirar y la exhalación del deseo que no será.

En ocasiones no es color de rosas, sino más bien como aquella flor de tulipán negro cuyo nombre asociaba con su momento del día favorito: la reina de la noche.

Que no se malinterprete, el color de rosas está ahí, ansiosa de que él lo note.

Repleto

El cesto de la miseria está repleto, casi a rebalsar. No hay más que esto. Es lo que es. Lunes por la madrugada

Equivocación

Cuan equivocado estaba

Creyendo rodearse de laureles

Venerado y bien recibido

Ignorado en su presente

Era un hecho que ellos sabían

Aún así fue desolación

Rebosante de pura decepción

Falsa expectativa había 

Hijo pródigo olvidado

Hijo de otro lugar

Sujeto no deseado

Sujeto pronto a soltar

Inminente su despedida

Por la puerta de atrás su retirada

De regreso a su morada

A su actualidad llena de vida

Seré

Quiero decir algo que pienso y que seguro sabrás entender

Pero lo quiero decir en voz alta

Y es que no se que tan seguido volveré

Quiero que sepas que después de cada lata de cerveza vacía acumulandose

Al final de todo, ahí estaré 

Seré breve mientras la resaca de la poesía nocturna de mí se apodera

En cada canción de ésta banda de sonido te tendré 

Pequeño bailarín, hombre cohete

Adiós camino de adoquines amarillos

Sigo aún de pie