Nahuel vivía solo en un monoambiente minimalista, con lo necesario y en compañía de su gato. También lo acompañaba ese teclado de segunda mano que adquirió casi regalado en una venta de garage y con el que estaba aprendiendo un par de canciones.
Un día recorriendo las calles de su tranquilo vecindario en busca de artículos viejos que tal vez fueran basura de otros, descubrió que un nuevo café abrió sus puertas. Era el momento indicado para visitarlo con sus últimos pesos del mes. No sé privaba de nada aunque muchas veces no le alcanzaba. Darse ese gusto iba a ser la mejor decisión de su vida.
Se sentó en una pequeña mesa en el fondo del local a esperar. Pasaban los minutos y Nahuel se envolvía cada vez más en sus propios pensamientos. Eso no le permitió darse cuenta que una persona de pie junto a su mesa le hablaba. - Buen día ¿Te dejo la carta?-, le dijo ella sonriente. Cuando por fin salió de su trance, levantó la mirada y sucedió. Sintió lo mismo que siente aquel que se enamora de alguien en un transporte público.
- Dame un cortado y un tostado, por favor -, respondió mientras de a poco quedaba maravillado de los hoyuelos que se le formaban a ella al sonreír.
Un nuevo café. ¿Una nueva historia?
Un aplauso un escrito formidable abierto a la mentalidad
ResponderBorrarMuchas gracias! Entré a tu blog y leer un par de entradas fue lo mejor de mi domingo
Borrargracias por tu comentario
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