Creció con el rechazo de los demás como una constante inamovible y terca que en muchos casos lo ponían a la defensiva. ¿Que podría ser diferente a lo que estaba acostumbrado?
Con el tiempo Gabriel se encontró con una interesante verdad. Y es que aquello que percibía como un doloroso rechazo, no era tal. Era solo su débil autoestima que lo doblegaba. Resulta que estaba rodeado de belleza, pero de esa que solo se ve cuando el espejo no está roto.
Gabriel era gustado, otras personas lo encontraban interesante y él ignoraba las razones del por qué.
Y es que otros seres le sugirieron que cambiara ese espejo maltrecho, descubriendo que no todo era tan malo. Mejor aún, lo negativo que sintió alguna vez se convirtió en un oasis en el desierto. Entendió que tal vez el pasado no fue tan adverso. Afortunado él de haberse hecho amigo de su propio reflejo.
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